29 julio 2007


Se dijo que la calle estaba vacía, que tan solo vagaban los perros y algunos borrachos, pero el seguía hacia delante, miraba al suelo como si buscara dinero entre los adoquines de la calle. De repente se paró en seco, algo le había llamado la atención, pero no era nada, tan sólo era una paloma que agonizaba en mitad de la acera, la pobre no pudo aguantar el calor. ¡Ah! Se me había olvidado mencionar que aquella noche hacía mucho calor. Parecía que todo era diferente, la calle no parecía la misma, de pronto el se quedo parado, justamente en el bordillo. Delante de sus narices pasaron reyes, reinas, caballos, y de forma mágica alguna que otra torre, pero lo que más le sorprendió fue la presencia de un señor llamado alfil. Al ver lo que estaba ocurriendo al su alrededor se quedo parado, se podría decir que petrificado. Y de pronto a todas las personas que de repente aparecieron junto a él en los bordillos que contemplaban el desfile de esa noche, aquel espontáneo desfile, no fueron mas de 30 las personas que separadas por unos metros para que corriera el aire, ya que hacia mucho calor, quedaron también petrificadas.

Esta fue la historia que me contó una persona de los peones que se colocaron en la calle para proteger a las personas de los coches que circulan por las calles de mi pueblo.

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