12 mayo 2008

EL HOMBRE MÁS FELÍZ DEL MUNDO

El hombre más feliz del planeta es un individuo que vive en una celda de dos por dos, no es dueño ni ejecutivo de ninguna de las compañías del Fortune 500, no tiene relaciones sexuales desde hace más de 30 años, no vive pendiente del teléfono, no va al gimnasio ni posee un BMW, no viste ropa de Armani ni Hugo Boss, desconoce tanto el Prozac como el Viagra o el éxtasis, y ni siquiera toma Coca-Cola. En suma: el hombre más feliz del planeta es un hombre que no tiene dinero, éxito profesional, vida sexual, ni popularidad.

Su nombre es Matthieu Ricard, francés, occidental por nacimiento, budista por convicción y el único entre cientos de voluntarios cuyo cerebro no sólo alcanzó la máxima calificación de felicidad prevista por los científicos (-0.3), sino que se salió por completo del “felizómetro”: -0.45. Los 256 sensores y decenas de resonancias magnéticas a las que Ricard se sometió a lo largo de varios años para validar el experimento no mienten: Allí donde los niveles en los simples mortales es muy alto, -estrés, coraje, frustración- en el cerebro de Ricard, estas sensaciones negativas sencillamente no existen. Por el contrario, ahí donde la mayoría de voluntarios mostró bajísimos niveles -satisfacción y plenitud existencial-, Ricard superó todos los índices. Esto es, en todas y cada una de las sensaciones positivas, dando origen al título de "el hombre más feliz del planeta" .(http://www.elmundo/. es, 22 de abril) .

Lo paradójico del caso no es que él sea un hombre tan feliz, sino cómo llegó a serlo: Desprendiéndose de todo aquello en lo que los occidentales suponemos radica la felicidad: fe en un Dios salvador, éxito profesional, pericia científica, dinero, posesiones, relaciones humanas y consumo, consumo, consumo. Y es que Ricard no es ajeno a nada de esto: hijo del miembro emérito de la academia francesa Jean François Revel, Ricard no se dejó deslumbrar por el ateísmo ilustrado de su padre, ni por su fe de nacimiento; tampoco sus estudios de genética celular en el Instituto Pasteur le trajeron la satisfacción deseada. Con el mundo a sus pies
y a punto de convertirse en una eminencia científica se fue al Himalaya, adoptó el celibato y la pobreza de los monjes, aprendió a leer el tibetano clásico e inició una nueva vida desde cero. Hoy es la mano derecha del Dalai Lama y ha donado millones de euros -producto de la venta de sus libros- a monasterios y obras de caridad. Pero eso no es la causa, sino la consecuencia de su felicidad… La causa hay que buscarla en otro lado, dice el jefe del estudio, Richard J. Davidson,y no es ningún misterio ni gracia divina:

Se llama PLASTICIDAD DE LA MENTE. Es la capacidad humana de modificar físicamente el cerebro por medio de los pensamientos que elegimos entretener. Resulta que al igual que los músculos del cuerpo, el cerebro desarrolla y fortalece las neuronas que más utilizamos. A más pensamientos negativos, mayor actividad en el córtex derecho del cerebro y en consecuencia, mayor ansiedad, depresión, envidia y hostilidad hacia los demás. En otras palabras: más infelicidad autogenerada. Por el contrario, quien trabaja en pensar bien de los demás y ver el lado amable de la vida, ejercita el cortex izquierdo, elevando las emociones placenteras y la felicidad. Ricard advierte que no se trata de decidir ver la vida en rosa de un día para otro, sino de trabajar sistemáticamente en debilitar esos "músculos de infelicidad" que tanto hemos fortalecido creyéndonos víctimas del pasado, de los padres o del entorno, y paralelamente, comenzar a ejercitar los "músculos mentales" que nos hacen absoluta y directamente responsables de nuestra propia felicidad (M. Ricard, En defensa de la felicidad, Ed.Urano). Ricard admite que su camino no es más que uno entre muchos, pero advierte que ser feliz necesariamente sucede al dejar de culpar a los demás de nuestra infelicidad y buscar la causa en nuestra propia mente.

“Vivir las experiencias
que nos ofrece la vida, es obligatorio;
sufrirlas o gozarlas, es opcional".

5 comentarios:

joselu dijo...

No me fio del estudio, Lola, este tio tiene cara de amargao.

joselu dijo...

Ya en serio. Cuando leo cosas de estas no sé por qué pero me quedo suspendido. Se enciende la bombillita roja del escepticismo en no sé bien que cortex de mi cerebro. Y es que no comprendo cómo se puede medir de manera tan precisa la felicidad de alguien. El científico, el médico, el psicólogo estaría obligado primero a acertar con una definición clara, inequívoca y válida para todos de lo que es la felicidad y ya eso lo veo complicado, es decir, tendríamos que conocer exactamente la sustancia o la esencia de lo que vamos a medir y eso en cada persona, en cada caso, en cada momento. Dice el artículo que este protohombre no sabe de estreses, corajes ni frustaciones, es decir, pondera la felicidad en función de la ausencia de su contrario, de la infelicidad. No sé yo si se puede ser feliz sin haber tenido experiencia de la desdicha, del dolor, de la privación etc..
Y suponiendo que "felizómetro" sea güeno, mu güeno y no nos quede más remedio que fiarno de él, cómo pueden afirmar que ese tio es el más felicísimo del mundo. Igual que al mano derecha del Lama tendrían que ponerle todos esos sensores a Chikilicuatre cuando hace un anuncio, a mi casera en el momento en que le entrego la mensualidad y a un servidor cuando escucha a Dylan en la bodeguita, con una cerveza en la mano y la mejor compañía.

AntonioCozar dijo...

Muy interesante todo lo que dice el artículo.

Particularmente apoyo la idea de que es más feliz quien menos necesita.

En cuanto a la foto, le encuentro al tipo un cierto aire a Juan Luís de Tarifa (el llamado "El Sabio de Tarifa" por Jesús Quintero).

Lola dijo...

Bueno, Joselu, tengo que decir que estoy de acuerdo contigo, la felicidad es difícilmente definible,caunto más hacer una medida cuantitativa de la misma, y que el "tío feo" este sea el más feliz del mundo, también es discutible, por la misma razón que dices tú,ya que la población sometida al estudio solo es una muestra, evidentemente no es la población mundial. Probablemente el título del artículo, el Cózar sabe de esto más que yo, será una forma de atraer al lector.
Pero que somos pura física y química, es cierto, nos guste o no, que el estado de ánimo de una persona químicamente se traduce como un aumento o descenso de determinado neurotransmisor, también es cierto, ( la depresión, enfermedad tan común en los tiempos que corren, químicante se traduce como una disminución de la serotonina, uno de los tantos neurotransmisores del sistema nervioso),que la ciencia pueda medir determinada actividad eléctrica de nuestro cerebro,también es cierto, y que ésta se asocie con determinada "sensación"(estrés, frustración...)pues ...
Podemos ponerlo en duda todo, y pensar que se trata de una estrategia de marketing,y quieren que seamos todos budistas y nos vayamos al Himalaya, yo que sé, pero,si con este artículo se nos hace reflexionar, se aboga por un estilo de vida menos materialista, más acorde con la naturaleza,con el conocimiento de uno mismo y su situación en el mundo , pues me muestro menos escéptica que ante los múltiples artículos/noticas/publicidad... que me muestran al "hombre/mujer 10" como al guapo, rico, rodeado de mujeres/hombres esculturales, coches, mansiones...continuamente nos venden este estilo de vida como ejemplo a seguir, como el culmen del bienestar del ser humano...y por tanto, de la felicidad. Está bien que desde algún lugar y por algún motivo alguien nos recuerde aquello que ya dijeron grandes sabios y profetas:
La felicidad no depende de nada ni de nadie
externo a la persona
(Buddha).
La clave para ser feliz mora en el interior de cada quien
(Jesús)
La felicidad es un hábito, o el resultado de varios hábitos
(Aristóteles)

Anónimo dijo...

Muy Curioso el artículo.
A mi me resulta fácil decir que antes de este sujeto, yo era el hombre más feliz del mundo, jeje. Pero por ciertas dolencias físicas he bajado algunos escalones en este cortex llamado felicidad, pero temporalmente, porque volveré.
Creo que lo que decís del pensamiento positivo y pensar lo mejor para lo ajeno sin duda es lo que nos hace feliz, que toda las posesiones o costumbres que esta sociedad materialista y globalizada nos quiere imponer no nos lleva a ninguna parte.
Algunos recordaran cierta charla iniciada en Arroyolamiel, en el chalet del Tobi, con Manolo Naranjo, El Chilo,..., hace ya unos cuantos veranos sobre, ¿Dónde está la felicidad?¿Nos da el dinero la felicidad?Os pregunto....
diegosax,
Volveré.
Diegosax