Después de los años que llevo jugando al fubi, y viendo que está más cerca que lejos lo de colgar las Segarra, empiezo a analizar desde otra perspectiva esta actividad que ha ocupado tantas horas en mi vida. Obviamente, cada uno sacará sus propias conclusiones y tendrá sus teorías personales, por ejemplo, yo, últimamente, estoy comprobando que, en la mayoría de los casos, la forma de jugar al futbito de cada uno no es más que un reflejo de su forma de ser fuera de la pista. Aunque el tema sería interesante y controvertido esta entrada no va en esa dirección. Solamente se van a recoger una serie de curiosos clichés casi exclusivos del lenguaje del fútbol sala local que se están manteniendo ante determinadas circunstancias del juego. No son arbitrarios ni están huecos sino que responden a la intención de arengar, dirigir, excusarse, influir en el estado de ánimo del contrario, etc. Son algunas muestras de una lista que seguramente se podría ampliar.
¡Apegarse! Se utiliza esta expresión ante el lanzamiento de un balón largo del portero contrario o en un momento en el que se intenta intensificar la presión sobre el equipo rival. Pasando por alto la mala construcción del imperativo, lo llamativo es observar cómo se ha mantenido el uso arcaico de apegar. Prefiero pensar lo anterior a que se haya producido por analogía una confusión de pego con apego a partir de moto con*amoto, radio con *arradio o foto con *afoto.
¡Reculea, reculea! Afortunadamente, esta horrorosa orden de retroceso cada vez se usa menos. Ni que decir tiene que a la mala sonoridad y a la peor connotación de la palabra la epéntesis de la e (recular > *reculear) la convierte, encima, en un vulgarismo.
Es que no seguís a los tíos. En forma de excusa desesperanzada se intenta eludir la responsabilidad al pronunciar esta frase sin perder la ocasión de culpabilizar a los demás. Es una forma sutil de decir yo lo hago bien, pero vosotros no. También es interesante la forma de despersonalizar y de eliminar cualquier vínculo con el equipo contrario, aunque sean amigos tuyos o incluso juegue tu hermano, por medio de la palabra tíos.
¡Háztelo! Cuando un compañero es el más adelantado de tu equipo y tiene el balón en los pies es el momento de mandarle unas palabras de aliento a la vez que juegas con la psicología de los rivales diciéndoles que uno solo de tu equipo es tan habilidoso que es capaz de regatear uno o varios defensas y conseguir un gol. Con ese ¡háztelo! tu compañero toma conciencia de que en ese ataque no cuenta con tu ayuda. Hubo un tiempo en el que convivió con el poético ¡inventa! No hay dudas de que la primera expresión ganó la batalla.
¡No la esperes! Si le das un mal pase a tu compañero y uno del equipo rival lo intercepta, ya sea porque se lo hayas dado con poca fuerza o porque te haya leído las intenciones hasta el que en ese momento estaba bebiendo en los vestuarios, debes hacerle entender que la culpa es suya por no darse cuenta de que detrás tenía a alguien que en ese momento juega de cara a la portería y no de espaldas.
¡No le entres! Es un buen consejo si se pronuncia cuando hay que defender a contrarios que hacen del regate una virtud. Pero no parece tan bueno si te lo dan una vez que el rival te ha dejado sentado en el suelo o en caso de que en uno de esas “embestidas” logres robar el balón y produzcas un contraataque hacia la portería que atacas.
¡Jueguen! y caballero. Estas llevan menos tiempo entre nosotros, pero se están convirtiendo en expresiones propias de la jerga de los árbitros. Además de que no son coherentes con su propio discurso, parece inapropiado ese uso de la cortesía en una pista en la que todo el mundo se conoce y se tutea en cuanto termina el partido.
Seguro que a vosotros se os ocurren otras para completar la lista.
¡Apegarse! Se utiliza esta expresión ante el lanzamiento de un balón largo del portero contrario o en un momento en el que se intenta intensificar la presión sobre el equipo rival. Pasando por alto la mala construcción del imperativo, lo llamativo es observar cómo se ha mantenido el uso arcaico de apegar. Prefiero pensar lo anterior a que se haya producido por analogía una confusión de pego con apego a partir de moto con*amoto, radio con *arradio o foto con *afoto.
¡Reculea, reculea! Afortunadamente, esta horrorosa orden de retroceso cada vez se usa menos. Ni que decir tiene que a la mala sonoridad y a la peor connotación de la palabra la epéntesis de la e (recular > *reculear) la convierte, encima, en un vulgarismo.
Es que no seguís a los tíos. En forma de excusa desesperanzada se intenta eludir la responsabilidad al pronunciar esta frase sin perder la ocasión de culpabilizar a los demás. Es una forma sutil de decir yo lo hago bien, pero vosotros no. También es interesante la forma de despersonalizar y de eliminar cualquier vínculo con el equipo contrario, aunque sean amigos tuyos o incluso juegue tu hermano, por medio de la palabra tíos.
¡Háztelo! Cuando un compañero es el más adelantado de tu equipo y tiene el balón en los pies es el momento de mandarle unas palabras de aliento a la vez que juegas con la psicología de los rivales diciéndoles que uno solo de tu equipo es tan habilidoso que es capaz de regatear uno o varios defensas y conseguir un gol. Con ese ¡háztelo! tu compañero toma conciencia de que en ese ataque no cuenta con tu ayuda. Hubo un tiempo en el que convivió con el poético ¡inventa! No hay dudas de que la primera expresión ganó la batalla.
¡No la esperes! Si le das un mal pase a tu compañero y uno del equipo rival lo intercepta, ya sea porque se lo hayas dado con poca fuerza o porque te haya leído las intenciones hasta el que en ese momento estaba bebiendo en los vestuarios, debes hacerle entender que la culpa es suya por no darse cuenta de que detrás tenía a alguien que en ese momento juega de cara a la portería y no de espaldas.
¡No le entres! Es un buen consejo si se pronuncia cuando hay que defender a contrarios que hacen del regate una virtud. Pero no parece tan bueno si te lo dan una vez que el rival te ha dejado sentado en el suelo o en caso de que en uno de esas “embestidas” logres robar el balón y produzcas un contraataque hacia la portería que atacas.
¡Jueguen! y caballero. Estas llevan menos tiempo entre nosotros, pero se están convirtiendo en expresiones propias de la jerga de los árbitros. Además de que no son coherentes con su propio discurso, parece inapropiado ese uso de la cortesía en una pista en la que todo el mundo se conoce y se tutea en cuanto termina el partido.
Seguro que a vosotros se os ocurren otras para completar la lista.
1 comentarios:
jejejejej, muy bueno. Un aplauso por este post! Si se me ocurre una frase te la envio para que lo amplies.
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