Ante la visión de un amigo, que está borracho y va dándose cabezazos con cada poste de la calle, un individuo lo detiene y le pregunta: "Manolo, ¿qué haces?" El amigo ebrio le contesta: "Dime cuántos chichones tengo en la cabeza". Tras hacer el pertinente recuento, el amigo le responde: "¡Tienes veinte". Y el borracho suelta: "¡Gracias, sólo me faltan cinco más para llegar a casa!"
No es un chiste particularmente bueno, pero sirve como ejemplo de que haber consumido ingentes cantidades de alcohol no da lugar a la mejor situación para encontrar el camino de vuelta. Pero se trata de un problema para el busca solución un investigador galés llamado Simon Moore, que trabaja en la Universidad de Cardiff.
Presentó su genial idea en la Conferencia Internacional de Ciencia Criminalística, celebrada en Londres el pasado julio: rediseñar las calles para facilitar a los borrachos a encontrar su domicilio.
Sí, así como suena. Su equipo ha trabajado en un modelo que simula los movimientos de multitudes beodas y cree que sus resultados podrían ayudar a diseñar calles que condujeran con mayor facilidad a esa gente, sin perderse, a la seguridad de sus dormitorios.
Tal como se explica en un artículo aparecido en New Scientist, los investigadores hicieron múltiples visitas nocturnas de fin de semana al centro de Cardiff, donde se acumulan los pubs, y se dedicaron a analizar el aliento y monitorizar la manera de caminar de la gente. No se precisa si los investigadores también acabaron beodos. En cualquier caso, determinaron que el 25% de las personas de la zona se tambaleaba.
Y esos datos los utilizaron para crear su modelo de simulación, que mostraba el comportamiento de muchedumbres en distintos estados de embriaguez, transitando por un callejón estrecho hacia tres destinos distintos. Una de sus observaciones destacadas es que cuando una quinta parte de la gente se tambalea, el movimiento general se frena en un 9%. Y cuando todos van haciendo eses, la velocidad disminuye un 38%. Está claro que lo ideal sería deambular por avenidas y no por callejones. Además, tal como explica Simon Moore, el hecho de que los tipos que van bolingas frenen el paso de los demás los convierte en tipos irritantes que, a menudo, dan lugar a enfrentamientos violentos.
Este investigador se muestra esperanzado de que su trabajo ayude a comprender cómo tendría que recolocarse el mobiliario urbano para evitar obstáculos a las aglomeraciones ebrias y así evitar congestiones en las zonas de pubs.
De hecho, recuerda que los modelos de simulación para predecir el comportamiento de gentíos en movimiento ya se habían estudiado, por ejemplo, en el peregrinaje a La Meca. Pero añade que él es el primero que ha creado este tipo de herramienta aplicado para multitudes borrachas.
02 septiembre 2008
Rediseñar las calles
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1 comentarios:
Y es que hay gente "pa to".
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